2024 ha sido un año estelar para el cine español, no solo por la calidad de sus producciones, sino también por el impresionante atractivo de sus escenarios. Cada película ha ofrecido una visión única de los paisajes, la historia y la cultura de España, convirtiendo a estos destinos en lugares de visita obligada para los amantes del séptimo arte y los viajeros más curiosos. Así que, si eres de los que sale del cine con ganas de teletransportarte al lugar donde se rodaron esas escenas épicas que te dejaron sin aliento, te proponemos el turismo de pantalla como una de las formas más emocionantes de descubrir el país, siguiendo las localizaciones de las películas españolas más taquilleras del año. ¿Listos para la acción?
Barcelona: Acción en El 47

Eduard Fernández protagonista de la película “El 47”. Fuente: Movistar+
Marcelo Barrena, director de cintas como “100 metros” (2006) o “Mediterráneo” (2021), este 2024 se ha lanzado con un guión escrito a cuatro manos con Alberto Marini, para contar una historia real que encontró por casualidad buceando en Internet en un blog sobre transporte público metropolitano. Tenía el radar puesto en buscar historias cercanas a él, en relación a su ciudad, a su país y a sus lenguas, y dió con Manolo Vital. Un conductor de autobús que en 1978 secuestró una línea de Barcelona para demostrar que el transporte público podía llegar hasta su, supuestamente, inaccesible barrio.
La trama se sitúa en un siglo XX, donde el éxodo rural de los 60 estaba a la orden del día. Muchas familias españolas dejaron sus zonas rurales atrás en busca de trabajo y una vida mejor. Con una mano delante y otra detrás se establecieron en la periferia de las grandes ciudades. Una periferia a cero, sin construir y todo por hacer. Barcelona fue el lugar de adopción de mucha población migrante que llegó de todas partes de España, pero principalmente de Extremadura, como el propio Vital, y Andalucía. ¿Os suena la palabra “charnego”? Viene de todo este movimiento de migración para referirse, de forma despectiva, a las personas inmigrantes que viven en Cataluña y que proceden de otros territorios de España de habla no catalana.

Barcelona desde el Tibidabo. Autora: Miryam Tejada
Por ello, para conocer en primera persona el escenario de la película, tenemos que dejar de lado la Barcelona de las Ramblas, la Sagrada Familia o la Barceloneta y desplazarnos 12 km desde la plaza de Catalunya hasta Torre Baró, ¡el barrio! Un barrio que gracias a la cinta ha cobrado vida e interés, y que desde el Archivo Histórico de Nou Barris han sabido sacar partido organizando una ruta histórica recorriendo los escenarios más emblemáticos del film. Con todas las plazas agotadas en menos de 24 horas, la iniciativa, surgida bajo el marco de las Jornadas Europeas de Patrimonio, fue todo un éxito. 40 personas visitaron Torre Baró, pasando por lugares clave como la casa donde vivió Manuel Vital, conociendo las ya existentes fuentes de agua potable, antes este hecho era impensable, sus diferentes miradores, porque precisemos que esta zona está en plena sierra de Collserola y aquí las vistas son privilegiadas, y otros puntos significativos de las reivindicaciones sociales. Lo mágico fue que durante la actividad, varios vecinos se sumaron como guías improvisados para compartir su experiencia personal en la lucha vecinal y contar sus batallitas. Si en el 78 le hubiesen dicho a Vital que a su barrio iría la gente a hacer turismo nos hubiese tachado a todos de locos. Pero gracias a que los del Archivo Histórico están tan “locos” como la gente que acudió a la llamada, se plantean seguir organizando actividades que den a conocer la historia del barrio, siempre con el objetivo de preservar su memoria y reivindicaciones.

Autobús 47. Fuente: Movistar+
Obviamente, la ruta también incluyó la visita al icónico castillo de Torre Baró. Realmente, su nombre procede de otra torre, actualmente desaparecida, que estaba situada donde se encuentra hoy la estación de metro, y que fue la residencia del barón de Pinós hasta que, en 1714, a raíz de la Guerra de Sucesión fue destruida. A pesar de su aspecto medieval, se construyó a principios del siglo XX con la intención de crear un hotel que nunca se hizo realidad. Finalmente, en el año 1989 fue restaurado y declarado patrimonio histórico por el Ayuntamiento de Barcelona. Si quieres conocer sus enigmas y misterios, porque como buen castillo está plagado de leyendas, apúntate a alguna de sus visitas guiadas, ¡son gratuitas! O si simplemente quieres admirarlo por fuera, aprovecha la ocasión para llevarte la cámara de fotos y retratar una de las mejores vistas de Barcelona, y es que todo su alrededor es un magnífico mirador desde el cual se puede contemplar Nou Barris, Horta, Sant Andreu, Sant Martí y más allá. Actualmente, también, es un punto de información y educación ambiental del parque de Collserola, el pulmón verde de la ciudad y una vía de escape para quiénes residen en la urbe y necesitan tomar perspectiva y huir de la vida acelerada. Considerado espacio protegido aquí las opciones son infinitas, itinerarios de descubrimiento del entorno, exposiciones temporales y permanentes, talleres educativos para todos los públicos y espacios de ocio entre otras actividades. Si vas con niños una bonita senda es la del Funicular de Vallvidrera a la Font de la Budellera, una ruta circular fácil de 3,6 km y un tiempo estimado de 2 horas. Y ya solo con el aliciente del funicular los niños contentos.

Pantano de Vallvidrera, Collserola. Autora: Miryam Tejada
Es cierto que en tu primera, segunda o tercera visita a Barcelona no incluyes en tu itinerario el barrio de Torre Baró. Incluso las personas que viven en la Ciudad Condal, quizá ni lo conocen. Puede que te acerques en algún momento puntual para conocer el castillo y sus privilegiadas vistas, pero poco más. Por ello, lo bonito del cine, y de esta película en concreto, es que ha puesto en el centro de atención a este humilde distrito y las carencias que paradójicamente todavía sufre, como el acceso al transporte público.
Giro de guión: Manolo Vital, el protagonista de la película “El 47” emigró a Barcelona desde Valencia de Alcántara, y quizá cuando lo tuvo que hacer no tuvo la ocasión de conocer la gran riqueza turística que atesora esta localidad cacereña. Su carácter fronterizo, su patrimonio histórico y su barrio gótico, además de los valores de la Sierra de San Pedro o el Parque Natural Tajo Internacional, hacen de este municipio uno de los destinos turísticos de Extremadura más atractivos por su variada concentración de recursos turísticos. Pero a mí me gustaría hacer un zoom en este dato, y es que sus alrededores cuentan con 41 dólmenes que conforman una de las agrupaciones megalíticas más importantes de Europa, con denominación de Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica.
Euskadi: Oscuridad en La infiltrada

Protagonistas de la película “La infiltrada”. Fuente: Movistar+
El film de la directora bilbaína, Arantxa Echevarría, se ha erigido como una de las grandes revelaciones del cine español en 2024. La película, basada en hechos reales, cuenta la historia de Aranzazu Berradre Marín, interpretada por Carolina Yuste, pseudónimo con el que se infiltró una policía nacional en ETA. Con tan solo 20 años, fue, no ya la única mujer, sino el único miembro del cuerpo policial que convivió con la banda terrorista logrando la desarticulación del “comando Donosti”. Una historia de personajes, pero también una historia de acción y todo un retrato psicológico, donde se muestra la evolución de su protagonista durante 8 años para ganarse la confianza de la banda bajo la tensión de ser descubierta, la presión de la infiltrada y de la persona al mando del operativo dentro de la policía nacional, el actor gallego Luis Tosar.

Pueblo del interior del País Vasco. Fuente: Canva
Donostia/San Sebastián, Pasaia o Errentería son tres de los 37 municipios de Euskadi, Iparralde y Navarra que fueron escogidos como escenarios de la trama. No ha trascendido mucho de los lugares exactos del rodaje, pero en el film se puede identificar a la capital guipuzcoana con tonalidades grises. Tonalidades propias de la época de los 90 cuando ETA simuló una falsa tregua y pasear por la Parte Vieja de Donostia/San Sebastián significaba ver carteles con caras de políticos en una diana u oler a hachís que salía de las herriko tabernas.

Bahía de la Concha en Donostia/San Sebastián. Fuente: Canva
Ahora resulta difícil imaginar lo distinta que era la ciudad hace sólo 25 años. Hoy las calles donostiarras están nutridas de turistas, comercios y restaurantes que invitan a degustar la comida tradicional vasca, el gran atractivo de Donostia/San Sebastián y lo que se ha mantenido en el tiempo. Diferentes nacionalidades de todo el mundo “aterrizan” todos los días en la ciudad donostiarra con un mismo propósito, ir de pintxos. Y es que, quién es capaz de visitar esta urbe y no probar la tortilla del bar Néstor, por ejemplo. Aunque para mí gusto, y no aparezca en los tours habituales o sitios recomendados, la mejor es la del bar Café con leche. ¡Ahí lo dejo! O dejarse en el tintero la gamba a la gabardina del bar Paco Bueno. No saborear estas exquisiteces en miniatura sería un delito, hazme caso. Eso sí, si te atrae más la idea de sentarte a la mesa, ¡apunta! Tu restaurante es el Gandarias, situado en la emblemática calle 31 de agosto. Siempre hasta arriba de reservas, por algo será.

Tradicionales pintxos vascos. Fuente: Canva
Lo que sí que ha permanecido ahí, intacto, de aquella época es el bar Cepa, también ubicado en la Parte Vieja donostiarra. Un local que en 1995 fue el escenario del asesinato de Gregorio Ordóñez, en aquel momento diputado del Parlamento Vasco por el Partido Popular. La directora decidió incluir en la película esta impactante escena para ilustrar el peligro que enfrentaba la protagonista y para dejar claro quiénes eran los verdugos y quiénes las víctimas. De hecho, se rodó en el mismo bar y en la misma mesa donde le arrebataron la vida.
Otro de los municipios escogidos para grabar es Pasaia. Y no es de extrañar que esta localidad costera fuera elegida como escenario de la cinta porque es digna de enmarcar, principalmente la plaza de Santiago en Pasaia Donibane. ¡Es preciosa! Es la típica plaza marinera de planta rectangular y abierta al mar. Su llamativa fila de casas, estrechas y altas, de colores y de arquitectura popular no dejan indiferente a nadie y son protagonistas de muchas de las fotografías que sacan turistas y lugareños.
Digamos que el pueblo en sí es una calle, comienza en el barrio Bizkaia y continúa hasta la cala de Alabortza. Que, por cierto, en verano el chiringuito del mismo nombre, junto a la bocana de la bahía de Pasaia, entre el monte Jaizkibel y Ulía, abre y ofrece unas vistas espectaculares y una terraza donde sentarse y disfrutar de sus especialidades culinarias como los pescados a la brasa, la tortilla de bacalao o las rabas. Y sí se puede acceder a Pasaia Donibane por vía terrestre, pero lo más divertido y singular de este municipio es cruzar la bahía en barca y llegar por mar. ¿No te parece un planazo?
A estas alturas, y simplemente con poner un pie en esta localidad guipuzcoana, ya intuirás que está ligada al mar. Todo gira en torno a la pesca, las rederas, los barcos, los astilleros, etc Así que, como no podía ser de otra forma, el municipio acoge a Albaola la Factoría Marítima Vasca. O lo que es lo mismo, un museo ubicado en un astillero renovado que se dedica a evocar grandes odiseas marítimas protagonizadas por los cazadores de ballenas y sus embarcaciones en el Nuevo Mundo. Aunque más que un museo, la factoría es una espacio imaginativo y abierto donde puedes conocer, en un proceso dinámico, la historia marítima vasca a través de construcciones ante el público de una réplica de una de sus embarcaciones más conocidas: el ballenero del siglo XVI San Juan. ¿Te lo vas a perder? Es una auténtica maravilla verlo en primera persona. Piensa que fue un ballenero que navegó desde Euskadi hasta Terranova, en Canadá, y se hundió en Red Bay en 1565. No se supo nada de él hasta que en 1978 el equipo de arqueología submarina de Parcs Canadá lo sacó de las gélidas aguas canadienses para reconstruirlo y estudiarlo.
Otra localidad guipuzcoana que también aparece como escenario de fondo en “La infiltrada” está situada a tan solo 20 minutos en coche de Donostia/San Sebastián, y se le conoce con el sobrenombre de “la pequeña Manchester vasca” por las chimeneas y fábricas industriales que se construyeron en los siglos XIX y XX. Hablamos de Errentería, o Renteria en euskera. Lo cierto es que su actividad portuaria le convirtió en uno de los núcleos urbanos con más comercio de la zona, convirtiéndose así en uno de los municipios más importantes de Gipuzkoa. Pero la actividad mercantil decayó y obligó a la villa a reconvertirse. El paisaje se transformó y, por ello, hoy en día podemos pasear por un pueblo que combina naturaleza, industria y arquitectura medieval. Tanto es así que Errenteria conserva intacta la estructuración y parcelación medieval originaria. Un espacio, que ha sido declarado Bien Cultural y que desde The Travelling Set os invitamos a conocer. ¡Merece la pena! Además, podéis elegir entre visitarla por libre o reservar una visita guiada, a través de su oficina de turismo, y conocer todos sus detalles.
Quizá ese pasado industrial de Rentería, ahora convertido en turismo industrial, fue lo que hizo que la cineasta bilbaína visualizase para recrear esos años 90, cuando la banda armada extorsionaba a empresarios vascos.

Vista panorámica del municipio guipuzcoano de Errenteria. Fuente: Canva
Siguiendo con las visitas,la joya arquitectónica de la corona es el Fuerte de San Marcos. ¿A quién no le gusta un “castillo”? Está en la cima del monte Bizarain, a 260 metros de altura, y en plena naturaleza. Fue construido en el siglo XIX como principal defensa de la zona. Una edificación militar, que, tras ser utilizada durante las guerras carlistas y la guerra civil, fue ocupada por el ejército hasta el año 1970. Hoy en día este espacio histórico ha sido recuperado para mostrar a los visitantes parte de la historia del municipio. ¿Lo mejor del fuerte? Sus impresionantes vistas de Donostia/San Sebastián, Pasaia y Hondarribia. Sin duda se trata de uno de los mejores miradores de Gipuzkoa. Eso sí, toma nota de su calendario porque solo está abierto 6 meses al año, desde Semana Santa hasta octubre aproximadamente.
Giro de guión: Rentería forma parte de la comarca de Oarsoaldea, y esta comarca guipuzcoana guarda uno de los tesoros más preciados de todo el País Vasco, el Parque Natural Aiako Harria (o “Peñas de Aia” en castellano). Se trata del único conjunto granítico de toda Euskadi y el primer elemento natural que emergió de las aguas hace 300 millones de años. Y es que además de ser uno de los parques naturales más visitados de todo el territorio, dentro de la masa rocosa de Aiako Harria existen decenas de pozos y galerías mineras. Las minas de Arditurri son las más populares. Tuvieron una intensa actividad desde la Edad del Hierro hasta la época romana, el punto más álgido de la explotación. Hoy en día se puede visitar parte de las galerías mineras a través de 800 metros de recorrido alucinante bajo tierra. Esta actividad que si vas con niños, no te la puedes perder. Lo primero que hace el guía es ponerte un casco y darte una linterna. Así que, la diversión está asegurada.