Loarre: un destino épico para amantes del cine
Loarre

En Loarre, Huesca, el turismo no es solo patrimonio, senderismo o comer bien. También es cine. Aquí, subir al castillo no es únicamente asomarse al románico aragonés: es pisar un decorado de superproducción, reconocer encuadres y escuchar, casi, el “¡acción!” de Ridley Scott. Y esa mezcla —pantalla, historia, paisaje y mesa— es lo que está colocando a Loarre en el mapa como destino de turismo de pantalla.

El castillo que enamoró a Ridley Scott
El gran imán de Loarre es su castillo. Construido en el siglo XI como bastión estratégico de la frontera del joven Reino de Aragón, está considerado una de las fortalezas románicas mejor conservadas de Europa. Su estado de conservación sigue sorprendiendo: murallas, estancias palaciegas, iglesia-fortaleza y restos del antiguo monasterio se recorren casi como si aún hubiera monjes, soldados y armeros dentro. 

Ese aspecto casi intacto fue exactamente lo que buscaba Ridley Scott cuando decidió rodar allí “El reino de los cielos” (“Kingdom of Heaven”, 2005), con Orlando Bloom, Eva Green, Jeremy Irons y Liam Neeson, una epopeya ambientada en tiempos de las Cruzadas. Durante los primeros quince minutos de la película, Loarre interpreta a una aldea francesa de 1184: se ven los muros, la ladera, el acceso al castillo y hasta los alrededores donde el protagonista forja su destino antes de partir hacia Jerusalén. Eso significa que, si eres fan, visitar Loarre es casi entrar en los fotogramas iniciales de la historia.

La relación entre los vecinos y el rodaje se ha convertido ya en memoria colectiva. Muchos habitantes de la zona fueron figurantes en aquellas escenas medievales y hoy presumen de fotos en las que aparecen caballeros cubiertos de barro, Orlando Bloom con cota de malla o Liam Neeson cabalgando frente a los muros. Dos décadas después, esas imágenes se han recuperado en exposiciones locales y encuentros que recuerdan el impacto que tuvo el rodaje en el valle.

Desde entonces, el castillo no es solo monumento nacional; es marca cinematográfica. El municipio presume abiertamente de ser “pueblo de película”, hasta el punto de que la ONCE le ha dedicado un cupón dentro de su serie ‘Pueblos de película’, destacando al Castillo de Loarre como escenario tanto de “El reino de los cielos” como de la película española “Valentina. Crónica del alba”. Ese reconocimiento confirma algo que en Loarre ya notan desde hace años: llegan visitantes que no solo quieren arte románico, sino “ver el sitio donde rodaron”.

Visitar el castillo hoy: viaje al pleno Románico del siglo XI
El castillo ofrece visitas libres, guiadas, en grupo o escolares, una amplia variedad para poder satisfacer la curiosidad de cualquier tipo de público. ¡Déjate transportar en un viaje a través de la historia de España que comienza en el siglo XI! Una verdadera joya del románico, rodeada de un entorno natural inigualable, por eso no es de extrañar que el Gobierno de Aragón esté preparando la candidatura para que el castillo mejor conservado de Europa, según dicen, sea declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO. 

Más allá del castillo, la zona ofrece patrimonio histórico que no hay que perderse. A menos de media hora está Bolea, con su Colegiata de Santa María, una joya renacentista que guarda un magnífico retablo mayor y que ahora incluso puede recorrerse con audioguías accesibles mediante códigos QR impulsadas por empresas turísticas de la zona de Loarre. Es decir: la misma comarca que sabe vender su paisaje como plató también está digitalizando su herencia artística.

Paisaje de película alrededor de Loarre
Cuando sales del castillo y bajas hacia el llano de la Hoya de Huesca, el Prepirineo se abre en pliegues de roca rojiza, bosques de carrasca y cortados en los que planean buitres leonados. Si te desvías unos kilómetros hacia Sarsamarcuello (Sasamárquelo en grafía local) puedes seguir pistas hasta el mirador de los Buitres y las ruinas del castillo de Marcuello. Desde allí se obtienen vistas espectaculares de los Mallos de Riglos, esas moles verticales de conglomerado que parecen dedos gigantes saliendo de la tierra. 

Riglos también tiene su capítulo audiovisual reciente: el reality de escalada “The Climb”, producido por Jason Momoa (el inolvidable Khal Drogo de “Juego de Tronos”). El actor eligió estas paredes para poner a prueba a escaladores en un entorno tan dramático que parece creado con inteligencia artificial, pero que es de lo más real. Esta conexión amplía la ruta cinéfila desde Loarre: ya no es solo la Edad Media épica de Ridley Scott, sino también la aventura vertical contemporánea.

Y si sigues carretera hacia el norte, el paisaje va mutando hasta la Sierra de Guara y los primeros valles pirenaicos. Guara es famosa por su ornitología, por los cañones para barranquismo y por sus pueblos de piedra clara. También es tierra de queserías artesanales: en la zona se elaboran quesos de oveja, cabra y mezcla con carácter propio, y muchas pequeñas queserías permiten catar y comprar directamente al productor. 

Sabores del territorio: del ternasco al dulce
Precisamente, si se trata de saborear este destino, no hay paladar que se resista a sus platos típicos. Comer en Loarre y alrededores es quedarse en Aragón a lo grande. Aquí mandan las recetas de pastores y los productos de kilómetro cero.

El emblema absoluto es el ternasco de Aragón —cordero joven con Indicación Geográfica Protegida— que suele servirse asado, al horno con patatas o guisado lentamente hasta quedar meloso. Es tan identitario que la hostelería oscense celebra jornadas y menús especiales dedicados al ternasco, reivindicándolo como plato estrella de la provincia. 

Junto al ternasco aparecen las migas a la pastora (pan desmigado, ajo, grasa de cordero, a veces uvas o huevo), la sopa oscense o de ajo, el pollo al chilindrón y el cardo en salsa de almendras, clásicos de la cocina prepirenaica que siguen muy vivos en la Hoya de Huesca. En temporada, las setas y la trufa negra de las sierras cercanas entran en guisos y revueltos; y los vinos del Somontano, denominación muy cercana, ponen el maridaje.

Para el postre, aquí se juega en casa: las tortas de Ayerbe, la famosísima trenza de Almudévar —una masa hojaldrada rellena de frutos secos y glaseada—, las colinetas de Huesca… y, muy localmente, los empanadicos dulces de Loarre. Estas pastas tradicionales y de obrador pequeño son parte de la identidad de la comarca y se están integrando en rutas gastronómicas tipo “Saboreando la Hoya”, que combinan productos locales (cerezas de Bolea, frutos secos, pan y repostería artesana) con visitas a pueblos y paisajes. 

En definitiva, Loarre no es solo “venir a ver dónde se rodó una peli”. Es llegar a un castillo románico real que Hollywood convirtió en escenario cruzado; caminar después por un Prepirineo que ha salido en realities de aventura; asomarte a miradores que parecen matte paintings; bajar al llano y seguir encontrando patrimonio cuidado y vivo; y cerrar el día con ternasco al horno, migas y un café con trenza de Almudévar.

Además, la zona ha entendido que el cine es un reclamo tan potente como la historia medieval o el paisaje. Loarre no se limita a decir “aquí estuvo Ridley Scott”: lo ha incorporado a su relato turístico, lo celebra en aniversarios, lo imprime incluso en un cupón nacional, y lo acompaña con experiencias inmersivas en el propio castillo. 

Por todo ello, Loarre es ese raro lugar donde puedes hacer tres viajes a la vez —uno histórico, uno cinematográfico y uno gastronómico— sin moverte más de media hora en coche. Y eso ya es, literalmente, de película.

TIPS
– Recorrer el Castillo de Loarre, escenario de películas como El reino de los cielos de Ridley Scott.

– Hacer una parada en el mirador de los Buitres en Sarsamarcuello, con vistas a los Mallos de Riglos.

– Seguir la ruta “Huesca, la magia del cine” y descubrir otros escenarios cinematográficos del Prepirineo.

– Visitar el Santuario Virgen de la Peña de Aniés, en la cara norte de la Sierra Caballera, a pocos kilómetros del Castillo de Loarre, que te maravillará con su arquitectura en acantilado de roca, y que cuenta con un considerable valor artístico en su interior. 

– Visitar la Colegiata de Bolea, joya renacentista con un impresionante retablo mayor.

– Degustar el ternasco de Aragón y la trenza de Almudévar en los restaurantes de la zona.

– Practicar senderismo o parapente en la Sierra de Loarre para disfrutar del paisaje de película.

– Acercarse a los Mallos de Riglos, donde se rodó el reality The Climb, producido por Jason Momoa.

– Disfrutar de una cata de quesos o vinos del Somontano en bodegas y queserías cercanas.

– Fotografiar el castillo al atardecer: una de las panorámicas más emblemáticas de Aragón.