Entornos rurales: ¿por qué nos gustan tanto las películas ambientadas en la naturaleza?
Campos de Massalcoreig en la película “Alcarrás”/ Ayuntamiento de Massalcoreig
María Parcero

No es que los rodajes en entornos rurales sean nuevos en España. Sin remontarnos muy atrás en el tiempo, dos clásicos como “Verano azul” y “Doctor Mateo” tuvieron un éxito arrollador desde dos pequeñas localidades costeras (Nerja, en Málaga y Lastres, en Asturias).

Sin embargo, muchas ficciones han preferido las grandes ciudades para contar historias más contemporáneas y urbanas. Quizás “El día de la bestia” (Álex de la Iglesia, 1995) o “Todos los nombres de Dios” (Daniel Calparsoro, 2023), no serían las mismas si se hubiesen rodado en un pueblo. Por poner dos ejemplos de películas en las que Madrid, con sus largas avenidas y sus edificios emblemáticos, son el decorado perfecto de dos historias totalmente distintas. 

Pero, algo está cambiando en los narradores de historias de nuestro país, que últimamente han vuelto al campo, a lo rural, a lo atávico, para contar historias más intimistas, más humanas y, sobre todo, más pegadas a la naturaleza. 

De las cinco nominadas a los Goya en 2023, cuatro se desarrollaban en entornos rurales. Desde “Alcarrás” (Carla Simón, 2022), en pleno campo leridano, hasta “As bestas” (Rodrigo Sorogoyen, 2022), en el monte leonés más remoto, pasando por “La maternal” (Pilar Palomero, 2022) rodada en un pequeño pueblo de Los Monegros, y “Cinco lobitos” (Aláuda Ruiz, 2022), ambientada en la localidad costera de Mundaka. 

La cosa siguió en la edición de los premios de 2024. “Un amor” (Isabel Coixet, 2023), “20.000 especies de abejas” (Estíbaliz Urresola, 2023) y “Cerrar los ojos” (Víctor Erice, 2023) tres de las nominadas, también eligieron un entorno rural para contar sus historias.

 

¿Por qué Isabel Coixet y Estíbaliz Urresola eligieron La Rioja y Álava para sus rodajes?

Cuenta Coixet, que casi un año antes de leer la novela de Sara Mesa en la que se basa “Un amor”, había ido a Logroño a recoger un premio. De vuelta a su casa, pasó por las estribaciones de Peña Bajenza y vio las Peñas de Islallana. Cuando, meses más tarde decidió llevar a la pantalla la historia, pensó inmediatamente en que este entorno era perfecto para ello.

Y no se equivocó. Además de conseguir el ambiente íntimo y aislado que buscaba, cuenta Coixet que los habitantes de los municipios de Nalda, Ribafrecha y Villalobar se volcaron con el equipo. Desde llevarles a diario una fuente de migas y buen vino, hasta ayudarles en todo lo necesario, los riojanos acogieron encantados el rodaje.

Las imponentes Peñas de Islallana/ Turismo de La Rioja

Otra de las ventajas de rodar en una zona rural, es que los descansos en el trabajo permiten hacer turismo. La directora catalana y su equipo aprovecharon los meses de rodaje para frecuentar los locales de tapas de la calle Laurel de Logroño y el afamado restaurante Nublo (en Haro). 

 

Escenarios de la niñez para “20.000 especies de abejas”

En el caso de Estíbaliz Urresola, la realizadora vasca tenía claro que quería ambientar su película en los escenarios de su niñez. Urresola nació en Llodio (eje central de las localizaciones), y pasó sus veranos en entornos tan especiales como Nuestra Señora de Yermo, un lugar que sigue frecuentando los fines de semana. Allí está la pequeña ermita de Santa Lucía de la que la protagonista de la historia toma su nombre. Un poco más abajo se puede ver la cabaña donde su tía tiene las colmenas.

Urresola escogió lugares conocidos, entrañables y seguros para enviar un mensaje: la vuelta a la naturaleza y la recuperación de los oficios tradicionales tienen efectos sanadores para todos aquellos urbanitas hastiados de un ritmo de vida frenético.

Los imponentes paisajes de Sierra Salvada/ Turismo de Álava

Si quieres experimentar esa sensación, el lugar que buscas es Sierra Salvada, la frontera natural entre Burgos, Vizcaya y Álava, un territorio ancestral de pastores y leyendas, además de un destacado refugio de biodiversidad. 

Esperamos que esta ruta de The Travelling Set te inspire para tus salidas otoñales. Bosques, montañas, refugios calentitos y comida rica son de las mejores cosas de la vida. Y el cine, claro.